lunes, 10 de diciembre de 2012

La "religión" más perseguida del mundo es el ateísmo

Desde los países cristianos a los islámicos, los ateos se enfrentan a la discriminación y la persecución, incluyendo penas de muerte y de cadena perpetua y privación de la ciudadanía, la educación y la atención médica, revela un informe.

El estudio titulado 'Libertad de Pensamiento 2012: Un Informe global sobre la discriminación contra los humanistas, los ateos y los no religiosos' fue publicado por la Unión Internacional Humanista y Ética.

El informe comenta leyes que violan la libertad de conciencia en 60 países y enumera varios casos individuales en los que los ateos sufrieron persecución por sus convicciones. Según el análisis, los ateos se enfrentan a la peor discriminación en países como Afganistán, Irán y Pakistán. Además, la publicación de puntos de vista ateos o humanistas está rigurosamente prohibida en países como Bangladés, Egipto e Indonesia.

En la mayoría de estos países, los ciudadanos están obligados a registrarse como partidarios de una religión oficialmente reconocida: normalmente el cristianismo, el judaísmo o el islam. Sin este registro, los ciudadanos no tienen derecho a recibir servicios médicos, conducir, asistir a la universidad o viajar al extranjero, lo que obliga a los no creyentes a mentir.

Pero no sólo los países orientales carecen de libertad de conciencia. El ‘ilustrado’ Occidente tampoco es tolerante con este grupo de población, según el estudio. En Estados Unidos, por ejemplo, “a los ateos y gente no religiosa los hacen sentir menos estadounidense que a los demás”. En al menos 7 estados de EE.UU., los ateos no pueden ser funcionarios públicos, mientras que en Arkansas no se les permite ejercer de testigos en procesos judiciales.

En Suiza, un maestro de escuela fue despedido de su trabajo en 2010 después de hacer pública su preocupación sobre la promoción por parte del Estado de la religión católica en las escuelas. "Le informaron al maestro de que fue despedido por haber sacado el crucifijo de las aulas de la escuela pública en la que trabajaba", asegura el informe, mencionando este caso entre otros muchos.

Heiner Bielefeldt, el Representante Especial de la ONU para la Libertad de Religión o Creencia, se pronunció a favor de la publicación del informe y expresó su preocupación por la falta de atención que los grupos de derechos humanos internacionales muestran con respeto a la violación de los derechos de los no creyentes.

Fuente

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Documentales sobre nihilismo, decadentismo, epicureísmo, cinismo, etc.

En el menú de navegación superior podréis encontrar un enlace a documentales online gestionado por los amigos de Secta Nihilista. Cada semana irán añadiendo nuevos. Si estáis buscando algún documental sobre un tema en concreto o queréis hacer una sugerencia podéis utilizar este hilo del foro.


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domingo, 9 de diciembre de 2012

Gilles Deleuze en Nietzsche y la filosofía



Cuando alguien pregunta para qué sirve la filosofía, la respuesta debe ser agresiva ya que la pregunta se tiene por irónica y mordaz.

La filosofía no sirve al Estado, ni a la Iglesia, que tienen otras preocupaciones. No sirve a ningún poder establecido.

La filosofía sirve para entristecer. Una filosofía que no entristece o no contraría a nadie no es una filosofía. Sirve para detestar la estupidez, hace de la estupidez una cosa vergonzosa. Sólo tiene un uso: denunciar la bajeza en todas sus formas.

¿Existe alguna disciplina, fuera de la de filosofía, que se proponga la crítica de todas las mixtificaciones, sea cual sea su origen y su fin? Denunciar todas las ficciones sin las que las fuerzas reactivas no podrían prevalecer. Denunciar en la mixtificación esta mezcla de bajeza y estupidez que forma también la asombrosa complicidad de las víctimas y de los autores. En fin, hacer del pensamiento algo agresivo, activo, afirmativo.

Hacer hombres libres, es decir, hombres que no confunden los fines de la cultura con el provecho del Estado, la moral, y la religión. Combatir el resentimiento, la mala conciencia, que ocupan el lugar del pensamiento. Vencer lo negativo y sus falsos prestigios.

¿Quién, a excepción de la filosofía, se interesa por todo esto? La filosofía como crítica nos dice lo más positivo de sí misma: empresa de desmitificación. Y, a este respecto, que nadie se atreva a proclamar el fracaso de la filosofía.

Por muy grandes que sean la estupidez y la bajeza serían aún mayores si no subsistiera un poco de filosofía que, en cada época, les impide ir todo lo lejos que quisieran... pero ¿quién a excepción de la filosofía se lo prohíbe?

III La crítica -15. Nueva imagen del pensamiento. Editorial Anagrama, Bercelona, 1986.

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sábado, 8 de diciembre de 2012

Filosofía en la cárcel


Este es un vídeo que nos muestra un interesantísimo proyecto piloto de llevar la Filosofía a las cárceles, que se está realizando en Sevilla (España) por parte de un grupo de orientación filosófica andaluz.


Al comienzo del vídeo, vemos como el profesor de filosofía Eduardo Vergara les habla sobre Nietzsche a los reclusos que asisten a sus clases, y conversa con ellos sobre la famosa frase “lo que no me mata me hace más fuerte” y de cómo ésta es aplicable a sus propias vidas.

Deseamos que este proyecto de talleres de Filosofía en la cárcel tenga un gran éxito, y que también se pueda llevar a cabo en muchas otras prisiones del mundo entero.

A continuación la descripción y el vídeo publicado en el canal del programa TESIS de Canal Sur 2 Andalucía:

«Eduardo Vergara no es un preso pero desde su condición de profesor de filosofía atraviesa cada viernes, desde el pasado mes de diciembre, las puertas del centro penitenciario Sevilla 1 para transmitir el pensamiento de los clásicos de una forma práctica y útil a los reclusos. Un proyecto pionero en España, auspiciado por el grupo de investigación de orientación filosófica de la Universidad de Sevilla y la ONG Solidarios, que hoy está permitiendo a más de 30 reclusos acceder a nombres como Nietzsche, Platón, Sócrates o Aristóteles o Foucault desde una perspectiva muy particular. Tesis ha estado con ellos.»

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martes, 20 de noviembre de 2012

¿En qué piensan los policías cuando nos pegan?

Cuando tuve que empezar a correr delante de los grises, algo que ya no me puedo permitir, esa es la verdad, ni aunque quisiera, esa era la pregunta que me hacía: ¿en qué pensarán cuando nos pegan?

Siempre he comprendido que quienes llevan generación tras generación gozando de todo tipo de privilegios los defiendan con ahínco y recurran a mil estrategias con tal de evitar que se los quiten los de abajo, aquellos a los que temen y desprecian.

Es comprensible que gasten dinero y tiempo en establecer todo tipo de barreras y defensas y que no duden en cometer, directamente o por encargo, cualquier tropelía si se ven en peligro.

También comprendo que haya personas nacidas de lo más bajo pero que a cambio de un puñado más o menos suculento de prebendas se conviertan en arqueros de quienes en realidad no tienen nada que ver con ellos, de quienes seguramente los desprecian igualmente, e incluso quizá más, porque saben que se venden y que han sido simplemente comprados. Entiendo perfectamente que haya tanto periodista, abogado, economista, político, y tanta persona de origen humilde erigida en portavoz de los intereses de los de arriba. Es patético (basta ver cualquier días las televisiones), pero me resulta humanamente comprensible: viven para tener y los de arriba son generosos cuando se trata de fortalecer las barreras y de evitar los peligros, sobre todo, porque al fin y al cabo le pagan con su propio dinero, ni siquiera tienen que renunciar al suyo, ni a su poder, que en última instancia nunca van a compartir, como tampoco los espacios más sagrados en donde los advenedizos nunca van a entrar, por mucho que sea su servilismo y su docilidad.

Todo eso lo comprendo, pero supongo que reconocerán ustedes conmigo que es mucho más difícil de comprender la conversión de quienes, para colmo, siguen sin tener donde caerse muertos, los que no levantan cabeza en toda su vida y saben que no van a levantarla ni ellos ni sus hijos, ni los hijos de sus hijos, ni los hijos de los que vengan detrás.

Por eso me he preguntado siempre de dónde saca la rabia un policía cuando, como el 14N en Tarragona, apalea a un menor, o cuando corre desaforado contra quienes podrían ser sus hijos o contra los que, en todo caso, tienen sus mismos problemas y reclaman los mismos derechos que ellos quisieran disfrutar, en una manifestación que simplemente reclama justicia y que se ejerzan derechos sociales reconocidos por las leyes. ¿De dónde saldrá la indignación para apalear a los manifestante si ellos tienen los mismos sueldos de miseria, si sus hijos corren igual peligro que el de quienes se manifiestan: no poder ir a buenos colegios públicos, o que sus padres o ellos mismos pierdan las pensiones o la atención sanitaria o los cuidados?

¿En qué piensan seres humanos exactamente igual que nosotros, o incluso con más problemas y miserias económicas, con menos derechos laborales posiblemente que la mayoría de la población, cuando muelen a palos a quienes reclaman que la sociedad en la que ellos también viven, como sus esposas, sus madres y padres, sus hijas e hijos, sea más justa y trate mejor a las personas que son exactamente como son ellos, los policías, gente de origen humilde, de rentas bajas, trabajadores como puedan serlo los demás, a los que, sin embargo, se enfrentan a palos?

¿En qué pensarán los policías cuando nos apalean para no darse cuenta de que los que corren delante de ellos en las calles simplemente quieren una sociedad en donde las gentes más desfavorecidas, como lo son sin duda la mayoría de los policías, vivan mejor y con más derechos y bienestar? ¿En qué pensarán para no darse cuenta de que los porrazos que pegan se los están dando también a ellos mismos, a sus familiares, a sus hijos, y que con esas porras durísimas no solo están rompiendo la cabeza de unas cuantas personas sino el futuro y la felicidad, ¡también!, de los seres a los que más quieren, por los que seguramente serían capaces de dar su vida con la mayor generosidad? ¿Y en qué estarán pensando esos policías que se infiltran, como hemos visto en tantas imágenes, para provocar ellos mismos la violencia y los altercados que justifiquen la carga contra jóvenes de su misma clase que están a su alrededor sin ánimo alguno de ser violentos?

¿En qué pensarán los policías para no darse cuenta de que los han colocado en el bando equivocado, que se están enfrentando en realidad a quienes son como ellos, que lo que hacen es el trabajo sucio de defender a porrazo limpio a los privilegiados que los obligan a malvivir y que condenan al paro, al sufrimiento y al malestar innecesario a sus seres más queridos?

Juan Torres López

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lunes, 5 de noviembre de 2012

Nada y nihilismo


Junto a una presencia y afirmatividad en las cosas con las que tratamos (entes) puede atisbarse, como tan impresionantemente desarrollara Heidegger, la nada. En su filosofía se expresa un desfondamiento básico por el que lo real reposa en la irrealidad, en el vacío y en la inexistencia. Los entes manifiestan para la mirada sensible y poética una tensión en la medida que son y no son, no tanto en el sentido clásico del no ser que acompaña al movimiento, sino al más básico de un ser que es en la medida en que también no es, que se retrae, que tiende en una suerte de inercia hacia la nada. El ente no es sino este retraimiento del ser, que puede atisbarse como huidiza afirmación im-presente, como lo presente im-presente de cada cosa. Esta manera de abordar el ser y, en el caso del existencialismo sartreano, la existencia del sujeto (ser-para-sí), la nada que nos cimenta y constituye, (el no fundamento que nos “fundamenta” quizás podría decirse) ha sido un presentimiento más que de filósofos, de poetas. De hecho, Heidegger acaba apostando por la poesía y el arte, en su crítica a la metafísica como un perderse en lo presente del ser olvidándolo (el ente). La poesía muestra ocultando lo que precisamente tiene como esencia el ocultarse (el ser).

El asunto de la nada, a la cual no hay que entender nunca de manera contradictoria como un algo, una cosa o una afirmación, desemboca en el nihilismo, que es una manera filosófica de abordar esta im-presente presencia. El nihilismo puede, además, entenderse básicamente de dos maneras: una negativa, es decir, como una cierta corrupción en el entendimiento y la mirada que expresa el vacío y la nada como final y extinción (así maneja el concepto, por ejemplo, Dostoievski (“Si Dios no existe todo está permitido”). O una manera que podemos denominar “positiva”, activa o perfecta, en la que la nada es capaz de engendrar lo novedoso, como si pariese al ser. Éste es el caso del nihilismo del Zaratustra nietzscheano, que ante el vacío, encuentra la oportunidad de ejercer nuevas valoraciones desde su subjetividad, lo que nombra el filósofo alemán con la expresión “voluntad de poder”. Es el sujeto quien una vez derrotadas las viejas apariencias que simulaban ser absolutos, esencias, objetos trascendentes, se acoge a una trascendentalidad de los valores elegidos a partir de una vida sana que es capaz de afirmarse en sus valoraciones. Recordemos que la perspectiva genealógica de Nietzsche conduce a la puesta en evidencia y por tanto la disolución de los viejos valores del platonismo y el cristianismo, que una vez entendidos en su origen subjetivo, son disueltos. La nada de la que surgieron vuelve a relucir, pero esta vez, el sujeto determina un mundo a partir de su no renuncia a vivir, frente al cristianismo o el platonismo.

Así, es necesario mostrar la nada de todo lo que fingía ser, a partir de un proceso de investigación genealógica disolvente. Pero Heidegger llegará más lejos y acusará a Nietzsche de permanecer en la órbita metafísica-moderna del sujeto, en cuanto que en él hay un origen y una afirmación que siguen ocultando la nada esencial. Es cierto que Nietzsche se refiere a una transvaloración, la ejecutada por el superhombre, que disuelve el bien y el mal, pero vuelve a incurrir en valorar, aunque ya más allá del bien y el mal (Nietzsche afirma en cierto aforismo romper con el bien y el mal, pero no con lo bueno y lo malo). El bien y el mal son en definitiva productos subjetivos, por lo que el superhombre, consciente de la inanidad de estos valores, va más allá de ellos eligiendo lo bueno y lo malo. Heidegger acusará en este movimiento una forma de permanecer vinculado al proceso típico de la metafísica, en cuanto que oculta el ser y olvida la diferencia ontológica, confundiendo de nuevo ente (valor) con ser. La voluntad de poder, en cuanto que es fuente de valoraciones, es una puerta por la que vuelve a colarse el pensamiento metafísico, al que, sin embargo, culmina y pone término.

El nihilismo puede ser tomado, por tanto, de dos maneras. La pasiva, que niega al ser al que la nada acaba absorbiendo (Schopenhauer) o la activa, que significa un creativo colapso, una puesta en evidencia de las distintas negaciones que puede suponer una oportunidad para la afirmación. En general el nihilismo pasivo es una renuncia a la contingencia, subordinándola, por ejemplo, a esencias trascendentes (Dios, valores) y lo que busca Nietzsche es realzar precisamente la contingencia como tal con el nihilismo activo. Dar la vuelta a la experiencia de la finitud y mostrarla, contra las tendencias gnósticas, como algo valioso de por sí, de manera que el dolor sea asumido, encarado y admitido como parte de la contingencia, incluyéndolo en una afirmación global de la misma. El error de considerar, como Schopenhauer, mala a la existencia es el pretender situarse en una perspectiva fuera de la misma, cosa imposible. En realidad, el valor global de la vida no puede ser tasado y por eso, aunque es fuente de valoraciones, ella misma está más allá del bien y del mal. Todos los valores proceden de nosotros mismos, que los “ponemos” en las cosas y que pueden ser, por tanto, síntomas de nuestro estado vital. Y contemplar la nada que acompaña a lo contingente, al eterno retorno y a la vida, debe ser hecho de manera valiente, sin autoengaños, al modo de un heroísmo trágico. Lo que Nietzsche añade a Schopenhauer es la manera de encarar esa nada esencial y de afrontar el dolor de la contingencia, utilizando magistralmente ese instrumento del que sólo disponemos los seres humanos: la risa. La risa y la ironía como elevación y distanciamiento salvadores a los que se acoge el ser capaz de sufrir con la mayor intensidad.

Marcos Santos Gómez

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martes, 30 de octubre de 2012

Somos hijos de las estrellas























¿Conocéis el principio de vuestra historia?

Durante nueve meses estuvistéis en el vientre de vuestra madre. Pero antes, mucho antes, pasásteis millones de años en el vientre de una estrella.

Cada uno de los átomos de carbono que componen el cuerpo de la persona a la que amáis, y el vuestro, se formó en el corazón de una estrella.

Somos, científicamente, hijos de las estrellas.

Después del Big Bang, sólo había átomos de hidrógeno. Esos átomos formaron la primera generación de estrellas, que brillaron durante cientos de millones de años. En su interior se formaron los elementos químicos que sostienen la vida: carbono, oxígeno, nitrógeno. Las estrellas de la primera generación explotaron, esparciendo el polvo cósmico que formaría sistemas solares como el nuestro.

Las tres nubes de gas cósmico que podéis observar en la foto son el embrión de nuevas estrellas. Los astrónomos bautizaron a esa región de la Nebulosa del Águila como “Los Pilares de la Creación”.

¿Puedo proponeros algo? La próxima vez que salgáis a pasear, y veáis una estrella en el cielo, parad unos segundos a contemplarla. Quizás, en su interior, se estén formando átomos que un día cobrarán vida. Quizás, dentro de cientos de millones de años, otro ser contemple las estrellas y piense que alguien en el pasado, mientras observaba el cielo, le vió nacer.

Os dejo en la compañía de Neil deGrasse Tyson, astrofísico y director del Planetario de Nueva York:

Cuando miro al cielo por la noche, me estremezco al pensar que somos parte de este Universo, que estamos en el Universo, y quizás más importante aún: que el Universo está en nosotros. 
Muchos, al mirar las estrellas, se sienten diminutos porque el Universo es inmenso. Yo me siento enorme porque todos los átomos que me forman vinieron de esas estrellas. 
Esta conexión es quizás la necesidad más primitiva del alma humana. Necesitamos sentirnos relevantes, necesitamos sentirnos partícipes de lo que ocurre a nuestro alrededor. Estamos conectados con el Universo. Por el simple hecho de estar vivos.

Principia Marsupia

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lunes, 29 de octubre de 2012

La rebelión del instinto

Desconfiguración
El instinto es un sentido psicosomático casi atrofiado. Participa de la vista, el oído, el gusto, el tacto y el olfato. Marca la vida de los animales, pero en la raza humana está en vías de extinción. Una pérdida fundamental: muchos de los grandes hallazgos de la humanidad han sido propiciados por el instinto; y muchos grandes fracasos, por la falta de instinto. Incluso todos nosotros somos frutos de un instinto, a veces desafortunado.

Se nos ha definido a los hombres y mujeres como seres racionales. Los demás animales, al parecer, son irracionales. La racionalización inmoderada nos está volviendo máquinas más o menos sofisticadas, pero sin algo precioso que nos es común con toda la fauna. La educación y la razón difuminan e incluso borran el instinto, aunque todavía siga muy presente en el lenguaje. Pero la razón, patrimonio inmaterial de las personas, es también base de la locura y la infelicidad si se ve privada de lo instintivo.


Hay diversas interpretaciones del Capricho El sueño de la razón produce monstruos, número 43 de la serie de 80 láminas de Francisco de Goya. En el autógrafo del Museo del Prado se dice: “La fantasía abandonada de la razón produce monstruos imposibles; unida con ella es madre de las artes y origen de las maravillas”. La portada del manuscrito de la Biblioteca Nacional reza: “Cuando los hombres no oyen el grito de la razón, todo se vuelve visiones”. Es más completa la leyenda de El Prado. ¿Qué pasa cuando los hombres no oyen el grito del instinto? Pues, sencillamente, que todo se vuelve inhumano, extraño a la persona; se esfuma “la madre de las artes y el origen de las maravillas”.

Ese hombre que parece dormido, cansado o abatido en el aguafuerte, no está rodeado de monstruos. Son animales los que revolotean a su alrededor: gatos, murciélagos, búhos. En la mesa hay papeles y dos lapiceros o plumas. Quizá estemos ante un escritor, un pintor, un artista, una persona que ha perdido el hilo de su obra al enfrascarse en razonamientos superfluos. Se le ha escapado el instinto. Esos bichos están ahí para despertarle y recordar que, si se deja llevar únicamente por la razón, solo le van a salir sombras, noche, monstruos. La lámina de Goya es un alegato contra la educación excesivamente racionalista que padecemos desde hace siglos y que nos hace desdeñar progresivamente la parte animal de la personalidad.

Este tipo de educación angelical no ha hecho más que pervertirnos y hacernos perder el norte de la vida. No sé qué mente dislocada le dictó a Fidel Castro estos angelicales axiomas que contienen metralla celestial y coinciden con el pensamiento del Vaticano: “La educación es una lucha contra el instinto. Todos los instintos conducen al egoísmo”. ¿Qué entiende Fidel por instinto? ¿Lo que no está de acuerdo con sus intereses? Eso es una barbaridad en la que Castro comulga con la pedagogía tradicional e inhumana. Los animales no tienen inteligencia (todo depende de lo que se entienda con esa palabra), pero tienen instinto y están llenos de razones instintivas que nunca les fallan. De hecho, tienen organizada su existencia con mucha más perfección que nosotros. El mundo animal es una referencia inexcusable para el universo de las personas. Es admirable la forma en que las bestias se rigen en sus actividades sociales, económicas y políticas: todos ellos saben cuál su papel en el grupo, todos trabajan en las economías de la manada, todos siguen al jefe natural y todo funciona con una lógica que jamás ha conseguido llevar a la práctica la Humanidad. Los animales tienen mucho más que ver con la Naturaleza que la inteligencia humana, ensoberbecida estúpidamente por las elucubraciones de unos cuantos sabios que en el fondo son voceros de la ignorancia.

Dice Voltaire (Diccionario Filosófico) que el instinto “es la conformidad secreta de nuestros órganos con los objetos… El instinto gobierna a los hombres como gobierna a los gatos y a las cabras; y es una semejanza más que tenemos con los animales”. Ahí está la cuestión, en la “conformidad secreta”. Porque las personas tenemos que mantener el instinto prácticamente en clandestinidad. La razón se ha hecho dueña y señora de los hombres, con el hándicap de que en demasiadas ocasiones es una clamorosa sinrazón. La razón es manipulada soezmente. El instinto no puede ser manipulado, solo perfeccionado.

Con todos los respetos hacia la diosa Razón, hay que decir también que ella todo lo complica y que son muy pocos los que la utilizan de forma razonable, cuando no malintencionada. Los artistas deben tener mucho más respeto al instinto que a la razón. Y los demás, también. Alguien dirá que hay instintos asesinos, pero esos no son instintos, eso es una rama de la patología. La solución de los problemas económicos, políticos y sociales en que estamos enfangados debe llegar por una vuelta al instinto, por una contemplación meticulosa de la vida animal. Ya está bien de corazonadas, intuiciones, presentimientos, presagios, impulsos, propensiones o inclinaciones que no son otra cosa que disfraces de la intolerancia y sucedáneos baratos del instinto perdido.

Esto no es un panfleto. Esto es simplemente una rebelión más que justificada del instinto que nos intentan arrebatar neciamente para acabar con nosotros. El instinto y la razón, unidos, jamás serán vencidos. Pero, a pesar de que pueda parecer lo contrario, no es fácil volver a los instintos. Nos los han raptado.

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viernes, 26 de octubre de 2012

Contra-contracultura



Años 60, familia americana: la rubia madre cocina hombrecillos de jengibre, papá se come la tostada de camino al coche con el maletín bajo el brazo, nene menor pide que le quiten la corteza al pan de molde y afirma vehemente que algún día será astronauta, nene mayor atraviesa la cocina cual suspiro diciendo que no tiene tiempo mientras hace girar un melón de cuero pensando en magrear a Ashley Swinton bajo las gradas. Todo va sobre ruedas en la América post-fordista. John Kennedy se postula como joven y rutilante presidente para una nación con la conciencia tan limpia como su sonrisa. En el sur, en las profundidades del corn-belt miles de granjeros afanosos preparan la cosecha que servirá para alimentar a las familias del país más poderoso del mundo, todo dinamismo y corrección, todavía apegado a los ideales puritanos que alimentan el ciclo de producción y reproducción que hace resollar la maquinaria del capitalismo.

Pero poco a poco el personal se percata de que algo raro pasa, algo chungo. Se ven por las calles a gente con pintas extrañas: ponchos mexicanos, camisas estampadas con flores y descoloridas, el pelo les llega hasta la cintura y pasan de la depilación.

Algo que venía a añadirse a una década que no dejaba de deparar sorpresas:

En Greensboro, Carolina del Norte, cuatro estudiantes negros ocupan “barra de los blancos” en una cafetería armando un escándalo que se reproduciría en otros lugares. Estudiantes de todo el país imitan el gesto. Cinco años antes Rosa Parks rechazaba permanecer de pie en un autobús atestado y ocupa un asiento reservado a los blancos. JB Lenoir añade su hermosa voz al gentío y el chasquido de las armas amartilladas por los panteras negras.

Un desaliñado Allen Ginsberg recita en público El Aullido. En 1969 se celebra Woodstock. Jimmi Hendrix arranca el himno a su guitarra eléctrica.

Lee Harvey Oswald o un tirador anónimo le vuela la cabeza a la década. Zapruder lo graba.

Lyndon Johnson hace una enmienda a la política exterior de John F. Kennedy y los Estados unidos invaden Vietnam.

Tal y como lo cuentan las crónicas oficiales y tal y como aparece reflejada en el imaginario popular los 60 fueron una década convulsa, cuyo rupturismo no habría de limitarse a un puñado de innovaciones en el mundo de la moda y a la aparición de la música psicodélica y los hippies, sino que entró en los hogares y el congreso americanos de la mano del movimiento por los derechos civiles, el feminismo, los ecologistas y la revolución sexual. El hasta entonces opulento pero puritano American way of life había permanecido anclado en la repetición de biografías y en la obediencia a las directrices paternas, de la escuela a la tumba pasando por el trabajo y la sala de partos. La irrupción de la contracultura vino a cambiar esto, dicen, introduciendo una bocanada de aire fresco que repercutiría en las costumbres de la sociedad yankee y, por extensión, en la de todo el hemisferio occidental. Beatniks y hippies recurrieron a los símbolos y creencias orientales como una forma de hacer patente su descontento con la manera en que estaba montado el tinglado practicando yoga, haciéndose budistas o buscando una revelación mística en el yagé y los libros de Carlos Castaneda. Hedonismo, autorrealización, liberalismo sexual y una renuncia a la herencia de los fundadores de la nación que le cambiarían la cara.

Pero por encima de este recuerdo entrañable de aquellos “años de ruido y furia” la contracultura supuso una profunda transformación en el capitalismo moderno, abriendo la puerta a nuevas formas de expresión personal, desarrollando una nueva estética y afirmando su identidad precisamente como una forma de repudio del consumismo suicida que se resolvería felizmente consumiendo todavía más.

If you want somebody to love



El caso es que a principios de los 60 el capitalismo post-fordista acusaba el cansancio de las décadas precedentes. La necesidad de crecimiento constante (y por ende, un incremento también constante del consumo) chocaba contra la realidad de un modus vivendi familiar que no ofrecía suficientes oportunidades comerciales. Cientos de absurdos gadgets domésticos atestiguan lo que digo. El menaje y los utensilios de cocina fueron las víctimas propiciatorias de este retorcido escenario en el que la búsqueda de nuevos mercados no lograba romper las hechuras del hogar americano promedio. Era la “época de los sombreros”, de los padres encorbatados, los toques de queda de las proms y los anuncios futuristas prometiendo cocinas robotizadas. La industria suplicaba por nuevos nichos de mercado y languidecía en el tedio, justamente como una juventud que no se veía en los trajes de sus padres.


Esta insatisfacción, este hartazgo de conformismo aquejaba por igual a consumidores y vendedores. Thomas Frank relata en su interesante libro La conquista de lo cool la transición —una verdadera revolución— en la industria publicitaria que se guió por los mismos parámetros que la contracultura. La publicidad de la época estaba dominada por el llamado modelo científico; las agencias seguían un estricto método sociométrico, haciendo estadísticas a troche y moche y buscando la fórmula más resultona que finalmente se traducía en una sucesión de eslóganes machacones. Madison Avenue, epicentro del marketing durante los años 60, era una comunidad refractaria a las innovaciones y los anuncios “intuitivos”, las corazonadas o los golpes de efecto. Completamente ajena a los departamentos artísticos —a los que se ninguneaba sin pudor— tuvo que esperar la llegada de una nueva hornada de publicistas jóvenes comprometidos con el cambio como DDB, de Bill Bernbach, para darle la vuelta a la situación.

Anuncios como el de Volkswagen Escarabajo supusieron una auténtica revolución en el mercado, haciendo hincapié precisamente en los supuestos defectos del producto —un coche pequeño, poco llamativo, no muy aerodinámico precisamente—, primando su sencillez y falta de compromiso sobre la aparatosidad de la cultura automovilística de la época; un mundo barroco de cromados y alerones dignos del Enterprise, anunciados como “doble potencia turbo” bajo una lluvia de eslóganes a cada cual más borderline asociados a la aeronáutica, el despegue, echar a volar y chorradas por el estilo. Poner el énfasis en la anormalidad del producto y en la distinción que ofrecía —para bien o para mal— se convirtió en la nueva divisa del consumo: ser diferente. El ansiado pacto entre las cualidades de lo que se vende y quien lo compra quedó definitivamente sellado y la movida hippie se motorizó, ironía, con la marca nazi por definición.

Y no es extraño, ni nuevo hoy en día, que los anuncios no ofrezcan bienes de consumo sino toda una constelación de valores. Edward Bernays, sobrino de Sigmund Freud y padre de las relaciones públicas —y, en opinión del arriba firmante, uno de los mayores hijos de la gran puta que hayan hollado la tierra— supo aprovechar la insatisfacción con el modelo imperante, siempre desde su cínico punto de vista —en su opinión el ser humano era un animal básico gobernado por su estómago y sus genitales— dando un fabuloso golpe de efecto. Durante un multitudinario acto público se las arregló para que varias docenas de mujeres encendiesen y se llevasen a los labios un cigarrillo a la vez. La impresión generalizada fue la de un acto de protesta y reivindicación de la igualdad de sexos. El motivo subyacente, promocionar el consumo de cigarrillos entre las mujeres para estirar el caladero de las tabacaleras.

Fue durante este periodo que el marketing emprendió la caza del inconformista y el negocio de la moda eclosionó dando lugar a toda una constelación de estilos diferentes, étnicos —o lo que los modistos entendían como ropa étnica—, rockeros, moteros y contestatarios. Según algunos estudios del tema la reacción de la industria no fue sino mera asimilación de la estética hippie-contestataria y por lo tanto carente de originalidad y puramente mercenaria. Para Frank la cosa no es tan sencilla y ofrece una versión distinta según la cual tanto el modo de vida americano como el modelo de negocio de la industria atravesaban una severa crisis que se traducía en un rechazo por la tradición puritana y su rectitud moral. Del mismo modo en que los beatniks se rebelaron contra el estatu quo familiar y obrero —con su gris y monótono devenir vital— los jóvenes creativos hicieron lo mismo con la rígida escuela técnica precedente. De una manera singular el capitalismo y el mundo social que había generado se encontraron ante el mismo obstáculo y encontraron las mismas respuestas para sortearlo. A partir de entonces lo cool penetró en la vida americana. Los nuevos valores juveniles premiaban el inconformismo y la insatisfacción, se enfrentaban con todo lo que fuese considerase correcto y productivo, huyeron de la homogeneidad como del Ébola, dando lugar a nuevas formas de consumo que defendían la variedad y la distinción, todo aquello que permitiese al comprador distanciarse de la masas. El capitalismo cogió la ola que llevaba años esperando e inundó el mercado con nuevos productos destinados a cubrir esa demanda inconformista hambrienta de ocio, sexo, drogas, emoción y vida alternativa. Siempre a ritmo de rock´n roll.

Una campaña que daba buena cuenta del cambio en la cultura empresarial de la época y de su interés por aprovechar el impulso de los movimientos juveniles fue la “Generación pepsi” de la conocida marca de bebidas en su intento por erosionar el entonces hegemónico poder de su competidora Coca Cola. Aunque no lo parezca por lo que se ve hoy en día, en los anuncios Coca-Cola llegó a ser sinónimo de conservadurismo y vida familiar, una bebida “sana” apta para todos los miembros de la familia (hay un anuncio para prensa escrita en la que un “médico” desglosa las ventajas de iniciar a los niños menores de un año en su consumo) y perfecta para celebrar cumpleaños. Pepsi aprovechó precisamente esta buena posición de su rival en el establishement para presentarse como la chica marginada, un mensaje harto contracultural. La “generación Pepsi” sería adalid del cambio de mentalidad de la juventud y signo de los tiempos. Lo que es más importante, comenzó a publicitarse no simplemente como producto (por su sabor, sus cualidades terapéuticas o qué sé yo) sino como un valor, el de la chavalería descontenta y unida por un impulso nuevo y renovador. No traten de buscarle contenido, la novedad, todo lo que pareciese joven y fresco se justificaba por sí mismo, y así se lo hicieron ver a toda una generación; su generación.

7-Up no le fue a la zaga. Aunque no tuvo un momento de inspiración tan grande emprendió una campaña para atraerse a los inconformistas y hippies valiéndose de anuncios en carteles publicitarios, revistas y televisión en el que adaptaron la estética del arte hippie y los films de los Beatles rollo Yellow Submarine masticando la imaginería psicodélica. Hay incluso un diseño muy chulo en el que si no me engañan estos ojos Paul y John blanden sendas botellas de 7-up a modo de guitarras eléctricas.


Born to be wild

Qué sensación tan maravillosa de bienestar, la de que te vean detrás del volante. No para presumir, sino sólo para dar esa Inequívoca imagen de dinamismo que revela tu éxito.

Pioneros de este estilo de vida alternativo fueron los beatniks. Entre orgía y orgía Kerouac y Ginsberg añadieron páginas al evangelio del vive la vida loca, los viajes a la frontera mexicana a ritmo de be-bop

Contra la vida sedentaria y la estabilidad familiar, el eterno vagar en carretera.

Contra el puritanismo, drogas y excesos sexuales.

Contra Cristo, Buda. *

*conste que servidor no alcanza a comprender cómo se las apañaban para compaginar budismo zen y jolgorio sin fin, pero aceptamos pulpo como animal de compañía.

Los escritores de la generación beat trazaron el nuevo arquetipo del vividor yankee itinerante y hedonista poseído por ráfagas de inspiración antes que artesano de la técnica que te cuenta su historia junto a un Jack Daniels y en un lenguaje sencillito para que lo comprendas, tú que eres tonto.

El testigo fue recogido por estrellas del rock, gurús de la contracultura como Timothy Leary y una pléyade de jóvenes deseosos de catar ese trocito de vida jovial como si el hecho de plantearse follar a discreción llevase inevitablemente a alojar el miembro en la boca de una compañera de clase. Aunque hay que reconocer que fue así hasta cierto punto, hizo falta mucha droga. Flores y ácido, gran combinación.

Los primeros hipsters también brotaron al calor de la música. El cool-jazz depuró un estereotipo de marginado de la clase media blanca como eran los negros de las ciudades, percibidos como bohemios y paganos improductivos. Marginado que ocupó su puesto en el nuevo mercado; mientras los jóvenes blancos se entregaban a sus akelarres psicodélicos y practicaban su amor libre en los antaño inmaculados parques de California, los hipsters consolidaron el matrimonio entre música popular y vida alternativa iniciado décadas antes. Una colorista y sensual glorificación de todo lo que oliese a antiamericano. Una oda al cachondeo introducida por un tema de la Creedence que se cerró con el estruendo de las cajas registradoras.

En todo caso la evolución del hipster ha sido coherente con el desarrollo de la industria del entretenimiento, dominada por el escurridizo concepto de lo cool. Hoy en día sin embargo resulta complicado encontrar algo más alejado de aquellos originarios hipsters de los barrios negros que el actual hipster modernillo de clase alta. De ahí la importancia del invento, de su capacidad para constituirse como un mojo de lo guay, de la cualidad intrínseca de los inconformistas separados del rebaño. Sin ser un decálogo que se pueda aplicar al pie de la letra podríamos decir que consiste en la cualidad de estar a la moda sin parecer por ello una fashion victim, es decir, el epítome de consumista aborregado, y justificarse por ello. Norman Mailer puso su grano de arena (un grano bien gordo) definiendo sus personajes contraculturales principalmente como individualistas y hedonistas naturales. En palabras de Josepph Heath y Andrew Potter:

“Mailer supo verlo y por eso calificó acertadamente al hipster como una fusión del bohemio inconformista, el delincuente juvenil asocial y el voluptuoso negro marginado”.

La misma carretera que llevara a Neal Cassady y Jaack Kerouac por la geografía americana la recorrieron los moteros. En mi opinión el non plus ultra del rollete contracultural, un potaje de calibre pesado destilado a pachas por el individualismo hippie (vehículo idiosincrásico del desarraigo bien llevado) y la rebeldía elevada a la enésima potencia, el constante encono, el eterno cagarse en la autoridad del barbudo asocial que se cuece no sabe bien si con aguardiente o gasofa, copula esporádicamente en bares donde tocan bandas de rock sureño y country capitaneadas por un guitarrista paralítico.

El final por todos conocido fue la tragedia de Altamont.

Conciencia III, anarquistas y vagabundos del dahrma


La meta de cualquier hippie era, además de derribar al gobierno, alcanzar la iluminación. Durante la década de los 60 muchos jóvenes hicieron explícita su repulsa al modo de vida americano “explorando otras culturas”, lo que viene siendo ingresar en una secta o practicar meditación trascendental. Estos elementos estaban presentes desde la época “beat” pero fueron deslizándose en los discursos de los gurús de la época como Timothy Leary y Allen Ginsberg. Así pues no se trataba de una protesta política al estilo clásico sino de una revolución de las consciencias alineadas y dominadas por la cultura capitalista. Dentro de esta corriente subjetivista que consideraba la realidad imperante poco menos que un “efecto matrix” aparecieron distintas formas de “abrir las puertas de la consciencia” mediante el uso de drogas psicotrópicas combinadas con música psicodélica y ejercicios de meditación variada. La antropología de la época tuvo parte de culpa en que muchos hippies emprendiesen la búsqueda de una nueva visión del mundo y de su rechazo de la moral judeocristiana. Los estudios de Margaret Mead en Samoa ejercieron su influjo no solo en la crítica feminista sino que permitieron justificar en cierto modo la cosa aquella del “amor libre” y los efectos de la educación represiva en la adolescencia. Con independencia de las críticas que se le puedan hacer y se le hicieron, por parte de Derek Freeman entre otros (su baja competencia lingüística, omitir los apoyos recibidos por parte de la marina destinada en la zona, proyectar sus convicciones políticas en su monografía, etc), la influencia de las etnografías boasianas es notable. La comparación entre culturas y algunos sesgos referidos al estudio de pueblos que no padecen los mismos problemas que en Occidente (claro, porque ellos tienen sus propios problemas) fue pasto de interpretaciones chapuceras y copy&paste entre los desnortados hippies. Una de las funciones de la antropología es propiciar análisis comparativos y desempeñar una labor crítica, no abordar estas cuestiones con el método de la coctelera.


El caso de Carlos Castaneda es también significativo. Sus estudios sobre el consumo de drogas y los estados de trance chamánico fueron una fuente de inspiración para muchos hippies. La realidad es que el uso que los chamanes en Latinoamérica daban a las drogas no se parecía mucho a la de la contracultura. De hecho es diametralmente opuesta, ya que sirve precisamente para reforzar sistemas en los que la religión cumple un papel de regulador de las relaciones sociales. También se sobreestimó la importancia de los psicotrópicos en los trances hipnóticos y de posesión, dependientes en gran medida de cantos y ritmos repetitivos, ejercicios agotadores y en algún caso, dolor físico. Eso por no decir que Castaneda directamente se inventó muchas de sus experiencias religiosas.

El objetivo dejó de centrarse en temas concretos que afectaban directamente a millones de personas como la desigualdad laboral entre sexos o el sistema público de salud para discutir el lenguaje falocéntrico, la materia del cosmos o las técnicas de control mental de la CIA. Fue un momento de puta madre para las sectas, los profetas alucinados y los vendeburras de todo pelaje.

Dejando de lado la parodia fácil del hippie colgado aporreando unos bongos en pelotas, son muchas las críticas que se pueden hacer a la contracultura. La más importante en mi opinión es la manía que tenían de hacer patente su descontento recurriendo a doctrinas esotéricas, religiones orientales y otras creencias precristianas como las que derivaron en neopaganistas y new age, en lugar de articular una crítica política y económica crítica seria. Hubo intentos por politizar el movimiento, sí, y una porción nada desdeñable de su mensaje iba en esta dirección —sus herederos más evidentes serían los anarco-punks y comunalistas— además de servir de trampolín para los movimientos por los derechos civiles y el incipiente ecologismo, pero la desaprobación del “Sistema” era tal que tuvo que infiltrarse en todos los ámbitos de la existencia, desde la explotación laboral hasta la represión judeocristiana. Percibir el sistema capitalista americano como una inmensa y paranoica consola de control mental implicó la dispersión de sus esfuerzos, un individualismo radical y un profundo irracionalismo que pretendió cambiar el mundo por la vía de expandir la conciencia o recitar los vedas. O según Marvin Harris:

“Los estados mentales alucinatorios no pueden alterar la base material de la explotación y la alineación. La Conciencia III no cambiará nada que sea fundamental o causativo en la estructura del capitalismo o imperialismo. Por lo tanto lo que nos espera no es la utopía de la libertad individual absoluta, sino alguna nueva y maligna forma de mesianismo militar, provocadas por las payasadas de una clase media que intentó domesticar a sus generales con mensajes telepáticos y creyó poder humanizar a la mayor concentración de riqueza corporativa que jamás ha visto el mundo caminando descalza y comiendo manteca de cacahuete sin homogeneizar”.

En definitiva, la contracultura sirvió para diversificar la producción industrial, alimentar nuevas modas y “estilos” que servirían tanto para definirse como persona como para “plantar cara al sistema”. La vocación inicial de las corrientes de izquierdas en busca de un mundo más justo y realista dieron lugar al mundillo de lo original, novedoso y rompedor; el subcultural chanante. Distinguirse, en suma, como individuos realizados a través del consumo. De ahí la posterior explosión de tribus urbanas y su inofensivo discurso de lo reivindicativo, simbólico y —sí— antisocialista, un paso.

Después de décadas, siglos de tribulaciones y lucha de clases, de barbudos prusianos escribiendo sesudos tratados de economía política, la solución aparecía por fin, limpia y brillante ante los ojos de América; la manera de cambiar el mundo es pasárselo de puta madre.



Miguel U.

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Chasco por suicidio (El Salobral)

TVE, Antena 3, Telecinco y La Sexta emiten en directo el cerco a un asesino que, atrincherado en la caseta de una finca familiar en Albacete, se niega a entregarse. Ha matado a una niña de 13 años, con la que mantenía relaciones, y a un vecino de 40 que se cruzó en su camino. “Van a intentar que se agote en todos los sentidos, y que agote la munición”, dicen en Antena 3. “Ahora mismo la tensión es importante, puesto que va armado con un fusil y una escopeta y está disparando”, aseguran en Telecinco. “Muchos vecinos nos han confirmado que son vecinos de caseta, que la suya está solo a tres casetas de donde se esconde el asesino”, afirman en TVE. “A mí no me corresponde saber si está loco o no”, dice el tertuliano de La Sexta.

La historia promete. ¡Un nuevo Puerto Hurraco! Es el sueño de cualquier cadena generalista: un asesino despiadado, con las manos manchadas de sangre fresca, y acusado de pederastia tras mantener supuestas relaciones con una menor, se enfrenta a la policía a tiros después de cometer sendos crímenes. Acorralado, como un animal, se defiende a balazos. Cualquier desenlace es bueno para la televisión, pero algunos mejores que otros…


Lamentablemente, la información sobre la caza del asesino de El Salobral tienen poco ritmo: imágenes lejanas y desenfocadas de unas casas, de coches de la policía, conseguidas con ópticas inadecuadas. Poca acción, poca diversión, poca televisión. Por eso se ven obligados a salpicar ese directo con otros temas: la madre que mató a su hijo en la bañera y le metió en una maleta (Antena 3). Un pederasta detenido el pasado jueves, del que no saben si llegó a tener contacto físico con sus víctimas. “¡Hijo de la gran puta!”, le grita la madre de uno de los niños implicados (Telecinco). “Hablemos de los sabañones… ¿Qué es un sabañón, doctor?” (TVE)

En Estados Unidos, el país donde la televisión alcanza mayores dosis de emoción, varios helicópteros de las diferentes cadenas privadas hubiesen sobrevolado El Salobral, la zona donde se esconde Juan Carlos Alfaro, apodado “El Fraguel”. Es posible que incluso hubiesen emitido el desenlace del suceso, por violento que fuese, en riguroso directo. ¡La muerte en vivo! ¡Las audiencias disparadas! Lástima de los pocos medios de nuestras cadenas, que nos privan de esos maravillosos planos aéreos del drama, dignos de una peli de Steven Seagal. En Antena 3 tiran de Google Earth. En La Sexta de una simulación por ordenador. En Telecinco se quejan de que el control policial “se desplaza constantemente” y no les deja trabajar. La presentadora de TVE se come un kiwi en directo, “que tiene mucha fibra”.

En Telecinco emiten una entrevista telefónica exclusiva con la madre del asesino (más tarde lo haría La sexta, y estaría en directo en Antena 3): “¿Usted sabía que su hijo estaba encelado con la niña?”, pregunta la periodista. “Yo creo que se habrá suicidado, que mi hijo está muerto”, dice la madre. “¿Presunto asesino? Bueno, asesino”, sentencia el presentador. En Antena 3 presumen de “señal en directo” desde El Salobral y aseguran que una bala de gran calibre puede llegar a más de un kilómetro de distancia, “que es por donde más o menos se encuentran nuestros compañeros”. En TVE enseñan al telespectador a bailar mambo y merengue como ejercicio aeróbico.


En los platós de Antena 3 y Telecinco no tienen nada. Solo imágenes de guardia civiles en las carreteras de acceso al lugar del cerco. Los tertulianos-presentadores improvisan: gran operación de la guardia civil, el hombre está claramente enloquecido, el negociador es la clave, los familiares de la víctima sienten dolor y rabia, tiene que estar a punto de agotar su arsenal, si no ha tomado ya la decisión de suicidarse esperará, físicamente parecerían padre e hija, todo eran secretos a voces, los vecinos están aterrorizados, es una relación enferma… Palabrería.

Pero entonces, cuando la noticia languidece por falta de acción, cuando parece que solo la muerte en directo puede levantar ese nuevo clásico de la telebasura ibérica, Telecinco se saca una carta de la manga y parece ganar la partida: emite “la primera reacción de la madre de la niña asesinada”. Unas imágenes obscenas, por íntimas y dolorosas, de una mujer destrozada, enloquecida, en plena calle, llorando, gritando, deshaciéndose. Una secuencia insoportable, que no aporta nada excepto malestar. Un bofetón a la familia de la víctima, al telespectador, a la televisión como medio de comunicación. Una hora después Antena 3 emite esas mismas imágenes. En La Sexta ponen el sonido, los lamentos agónicos de la madre, y una tertuliana asegura haber llorado con las imágenes.

Primero fue Alcàsser. Después Marta del Castillo. Y cuando aún no habíamos digerido la terrible historia de los niños Ruth y José, debemos añadir a la macabra lista de nuestra infamia televisiva El Salobral.

Algún día, alguien debería hacer pagar a estas televisiones, a estos desalmados sin escrúpulos, por utilizar todo este dolor ajeno para enriquecerse.

P.D.

Como en una mala película, el desenlace de este drama no está a la altura y decepciona a las televisiones: el presunto asesino se suicida fuera del horario de los espacios matinales. Con él han muerto decenas de horas de telebasura de primera categoría. Su captura, sus traslados a prisión, sus abogados, sus juicios… Una verdadera lástima.

Javier Pérez de Albéniz

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miércoles, 24 de octubre de 2012

¿Quieres colaborar con el número 3 de la revista NADA?

Estamos preparando el número 3 de la revista NADA y como siempre estamos abiertos a colaboraciones de cualquier tipo: textos, artículos, fotografías, viñetas, poesías, etc. Para colaborar puedes escribirnos a nuestra dirección de contacto revistanada@yahoo.es.

Así mismo os recordamos que podéis participar en el Foro NIHILISMO.

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jueves, 11 de octubre de 2012

Revista NADA nº2


ÍNDICE:
¿Qué es el nihilismo?
¿Qué hacemos con un nihilista en casa?
¿Quién es White Punk?
Julio Camba: el primer distópico
Aleksandr Brenen “El Vándalo”
VOINA: Guerrilla artística
Conspiración de los Núcleos de Fuego
Miroslav Tichý
¿Cuál es la psicología del nihilismo?
Un poema

 Edición a cargo de Diego Volianihil

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lunes, 8 de octubre de 2012

El Nihilismo como Filosofía

El nihilismo es el rechazo de la filosofía, así como de la nebulosa metafísica al que tal razonamiento inevitablemente desciende. Si uno quiere esto del nihilismo se puede construir, incluso más que cualquier otro conjunto de ideas, pero el sólo hacerlo conduce hacia paradojas y contradicciones, es como querer encontrar valor en lo que no vale o una creencia literal en la nada; de momento intenta con la incredulidad en la gravedad. El Nihilismo no es la total carencia de valores para crear un entorno castrado del bien y del mal, arriba o abajo ya que estas son situaciones absurdas, de verdad que las situaciones idealistas son metas tanto imposibles como peligrosamente engañosas como para llevarse a cabo. Desdichadamente algunos nihilistas quedan atrapados en este opaco laberinto de la ética y la moralidad. Otros saltan con la cabeza por delante hacia las fauces como demostración de una supuesta destreza mental, que explica la efervescencia del nihilismo existencial entre ciertos académicos y ciertos átomos de fantasía aislados. ¡El Nihilismo es la destrucción de la filosofía mas no la ampliación de esta! Asocia la filosofía de Nietzsche con una almádena.

Este existencialismo es superfluo ya que dichas construcciones son, de cualquier forma, completamente elásticas, estas pueden y significan cualquier cosa que el partidario afirme, generando la misma bruma nebulosa de opacidad intelectual que el nihilismo dispersa. En otras palabras es una creación de mitos, aunque eso no los hace insignificantes o impotentes ante la mente del público, los mitos tienen valor para quienes creen en ellos. Los nihilistas no pueden simplemente ignorar a los mitos o a sus crédulos, en lugar de eso el camino más sabio es buscar el entendimiento. El nihilismo disuelve los mitos con el ácido de la razón y la lógica, para iluminar sus presunciones y sus estructuras subyacentes y tener un mejor entendimiento y un mejor comportamiento.

El nihilismo desafía las presunciones que apoyan a los valores comunes como son 'igualdad'; 'compasión', 'justicia', etc. Pero también términos concluyentes acerca de la existencia humana como son 'sin sentido', 'ocioso', 'inútil' son igualmente defectuosos porque sus definiciones son el resultado de los valores originales de la moralidad que hasta ahora han sido rechazados. Un ejemplo simple - 'la justicia '. En la corte no se trata de sí alguien es culpable o no, sino que tan bueno es el abogado que tiene, qué tan convincentes son los argumentos presentados y que tan bien manipulados estén el jurado y el juez, alguien dijo justicia - ¡oh, quizás no! La 'Justicia' son los confusos términos legales que tu abogado, altamente valuado, puede vomitar en el tribunal. Cualquier método de confusión es bueno para escaparse cuando saben que estan haciendo algo que no deberían. El rico queda libre mientras que el pobre va a prisión. ¿Por qué? ¡Encuéntralo en la siguiente página Nihilismo en Acción!

El nihilismo es el resultado de darse cuenta que todos los valores modernos y morales son completamente falsos e improductivos, la última estima que esta moral levantó conduce a una catastrófica retirada hacia el extremo opuesto al darse cuenta que es un engaño.

Los valores y sus cambios están relacionados para incrementar el poder de aquellos que los posicionan. La medida de incredulidad permitida de 'libertad de espíritu' como una expresión de un incremento del poder. "El nihilismo [es] un ideal del espíritu, la destructiva fiesta de la vida sobre enriquecida, parcialmente irónico." - Nietzsche, La Voluntad del Poder

Si bien la aceptación del nihilismo de inmediato produce una perspectiva de la absoluta inutilidad de la vida y la existencia universal, esta perspectiva no es la resolución final. "El nihilismo representa una fase de transición patológica..." ibid. La existencia no es inútil sólo porque el edificio de la moralidad moderna es inherentemente disfuncional. La existencia incluso ahora tiene más propósito debido a que se ha logrado una perspectiva adecuada y una razón está [finalmente] clara - la completa destrucción del envilecido orden moral derivado de la teología. De esta manera el nihilista es el creador y sobreviviente de la lucha metafísica más intensa y de la más alta magnitud de todos los tiempos. Los nihilistas experimentan una evolución personal y han demostrado su superioridad mental con la manada y la mafia, han demostrado su voluntad y 'licencia' para una existencia prolongada y exitosamente han escapado del circo de valores. Una vez que la reevaluación de los valores esté completa, se habrá conseguido una perspectiva completamente nueva y cuerda.

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sábado, 29 de septiembre de 2012

Synomosia Pyrinon tis Fotias



Synomosia Pyrinon tis Fotias (SPF), Conspiracy of Fire Cells, Conspiracy of Nuclei of Fire - Nihilists Sect, Nuclei of Fire, Nuclei of Fire Conspiracy (NFC), Secta Nihilista Conspiración de los Núcleos de Fuego (CNF).

Relacionados con Arsonist's Cooperative, Symmories Syneidisis SymSyn (Milicias de la Conciencia) y con Andartiki Omada Terroriston (Grupo Terrorista de los Renegados).

La Conspiración de los Núcleos de Fuego (Synomosia Pyrinon tis Fotias) se dió a conocer en el año 2008 cuando realizaron una docena de ataques bomba contra instituciones financieras y gubernamentales en Atenas y Tesalónica. Se refieren a ellos mismos como una guerrilla urbana nihilista cuyo objetivo no es la revolución ni la creación de un nuevo sistema como los anarquistas, sino la revuelta y la destrucción del poder existente. Debido a que muchos de sus miembros han sido arrestados y están ahora en prisión, su actividad se ha vuelto cada vez más clandestina al mismo tiempo que sus operaciones son cada vez más contundentes y violentas.



Durante el año 2011 el banco Rabobank de Utrech (Holanda) sufrió tres ataques cuya autoría fue reivindicada por La Conspiración de los Núcleos de Fuego, célula holandesa. Así mismo realizaron ataques cibernéticos contra las webs de Rabobank.

Comunicado:
Los ataques contra los fascistas de Rabobank estan dedicados con todo nuestro fuego a nuestros hermanos de la Célula de prisioneros miembros de la Conspiración de Células de Fuego y las personas oprimidas del mundo. Nuestros compañeros y la honesta minoría digna de personas revolucionarias política y civil, no son sólo un pedazo de nuestra lucha, no son sólo un aspecto de nuestra acción, por sus decisiones, actitudes y dignidad que representan la lucha misma como un todo, de la que ellos son parte.
Ataques que nos adjudicamos:
• Junio de 2010 – Incendio en el edificio de Utrecht (Holanda).
• Octubre de 2010 – Incendio en el edificio de Utrecht (Holanda).
• Febrero de 2011 - Incendio en el edificio de Utrecht y ataques al sitio web de Rabobank (Holanda).
La justicia es una tela de araña, que captura presas pequeñas y las devora, mientras que a los grandes reptiles les permite entrar y dominarla. Quien no este de acuerdo puede visitar las cárceles llenas para ver a todos esos drogadictos y pobres diablos, pero si buscan por ahí no encontraran a ningun empresario o político que son los responsables de los mayores robos y la degradación más brutal de nuestras vidas.
No creemos en un sistema capitalista que mata, roba, asesina, impone el fascismo moderno, trae el racismo, y la guerras a nuestras vidas. No creemos en un sistema que ayuda a los bancos por sus errores, mientras que la gente muere de hambre. No creemos en el sistema político fascista de los supuestos líderes de la gente, y al mismo tiempo, le roban a la sociedad por sus intereses.
¿Por qué Rabobank?
Los fascistas de Rabobank invierten en la industria armamentista (armas que invierten que también van a la policía y militares en Holanda, Egipto, Grecia, Israel, Libia, Argelia y otros países).Rabobank llama a esto una acción justificada, como también Shell, ING, ABN-Amro, Randstad. Todas estas mencionadas empresas fascistas del sistema son de suma importancia en su perpectiva, y creen que sus acciones son justificadas.
Los ataques a Rabobank se justifican con lo que llamamos acción! Habrán futuros ataques contra Shell, ING, ABN-Amro, Randstad estas empresas son responsables! En Egipto, Túnez, Argelia, Libia, las empresas antes mencionadas y/o filiales han sido atacadas por células disidentes que han llamado al fuego. Una verdad que no es difundida por los representantes del sistema. Esto demuestra nuestra fuerte solidaridad internacional.
Tomamos a Rabobank como responsable de la muerte de miles de personas, incluidos niños. Como la empresa más fascista, está diciendo que su comportamiento justifica la acción cuando está invirtiendo. Nuestra acción en contra Rabobank justifica la acción. Continuaremos nuestros ataques contra los bancos, ejecuciones de los llamados líderes del gobierno de Holanda, contra los partidos fascistas como PVV, VVD, CDA y los lame culos de izquierda.
Conspiración de los Núcleos de Fuego - Célula Holandesa.

La policía griega y los servicios secretos de diversos estados europeos han intentado relacionar a los Synomosia Pyrinon tis Fotias con otros grupos o milicias griegas de corte anarquista. Sin embargo sus investigaciones no han podido encontrar evidencias de estas relaciones.

Los objetivos de la mayoría de los ataques son oficinas y casas de políticos, cuarteles y comisarías de policía oficinas de corporaciones de massmedia y edificios financieros.

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miércoles, 5 de septiembre de 2012

La verdadera blasfemia

Por Slavoj Zizek

¿Las integrantes de Pussy Riot acusadas de blasfemia y odio religioso? La respuesta es sencilla: la verdadera blasfemia es la acusación estatal misma, exponiendo como un crimen de odio religioso algo que fue claramente un acto de protesta contra la camarilla gobernante. Recuerden la vieja ocurrencia de Brecht en su Opera de los tres centavos: “¿Qué es robar un banco comparado con fundar uno nuevo?”. En 2008, Wall Street nos dio la nueva versión: ¿Qué es el robo de un par de miles de dólares, por el cual uno va preso, comparado con las especulaciones financieras que despojan a decenas de millones de sus casas y sus ahorros, y luego son recompensadas por una ayuda estatal de sublime esplendor? Ahora tenemos otra versión, de Rusia, del poder del Estado: ¿Qué es una modesta provocación obscena de Pussy Riot en una iglesia comparada con la acusación contra Pussy Riot, esta gigantesca provocación obscena del aparato estatal que se burla de toda noción decente de ley y orden?

¿Fue el de Pussy Riot un acto cínico? Hay dos clases de cinismo: el amargo cinismo de los oprimidos, que desenmascara la hipocresía de los que están en el poder, y el cinismo de los opresores mismos, que violan abiertamente sus propios principios proclamados. El de Pussy Riot es un cinismo del primer tipo, mientras que el cinismo de los que están en el poder –¿por qué no llamar Prick Riot, “revuelta de idiotas”, a su autoritaria brutalidad?– pertenece al mucho más ominoso segundo tipo.

En 1905, León Trotsky caracterizó a la Rusia zarista como “una viciosa combinación del látigo asiático y el mercado de valores europeo”. ¿Acaso esta designación no se aplica más y más aún a la Rusia de hoy? ¿No anuncia el ascenso de la nueva fase del capitalismo, capitalismo con valores asiáticos (los cuales, por supuesto, no tienen nada que ver con Asia y tienen todo que ver con las tendencias antidemocráticas del actual capitalismo global)? Si entendemos el cinismo como un implacable pragmatismo del poder que se ríe secretamente de sus propios principios, entonces Pussy Riot son el anticinismo encarnado. Su mensaje es: Las ideas importan. Ellas son artistas conceptuales en el más noble sentido de la palabra: artistas que encarnan una Idea. Esta es la razón por la que usan balaclavas: máscaras de des-individualización, de liberador anonimato. El mensaje de sus balaclavas es que no importa cuál de ellas fue arrestada –no son individuos, son una Idea–. Y ésta es la razón por la que son una amenaza tan grande: es fácil encarcelar a los individuos, ¡pero intenten encarcelar una Idea!

El pánico de los que están en el poder –puesto en evidencia en su reacción brutal y ridículamente excesiva– está entonces totalmente justificado. Cuanto más brutalmente actúen, más importante se volverá el símbolo de Pussy Riot. Ya mismo, el resultado de las opresivas medidas adoptadas contra Pussy Riot es que se ha convertido en una marca conocida literalmente en todo el mundo.

Es el sagrado deber de todos nosotros prevenir que las valientes integrantes de Pussy Riot no sufran en carne propia el precio de haberse convertido en un símbolo global.

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lunes, 3 de septiembre de 2012

Carta de Zizek a las Pussy Riot


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lunes, 25 de junio de 2012

¿Qué es el nihilismo?

El nihilismo (del latín nihil, “nada”) es la corriente filosófica que toma como base la negación de uno o más de los supuestos sentidos de la vida. Con recurrencia el nihilismo se presenta en la forma de nihilismo existencial, forma en la cual se sostiene que la vida carece de significado objetivo, propósito, o valor intrínseco.1 El nihilismo se puede considerar también como una posición crítica tanto en lo social, en lo político como en lo cultural respecto a los valores, costumbres y creencias de una sociedad , en la medida en que estas hacen parte del sentido impuesto de la vida negado por dicha corriente filosofica. El termino Nihilista fue utilizado inicialmente por el ruso Ivan Turgenev en su novela Padres e hijos: “Nihilista es la persona que no se inclina ante ninguna autoridad, que no acepta ningún principio como artículo de fe”.

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sábado, 5 de mayo de 2012

Declaración de VOINA sobre la Bienal de Berlín

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Nos encontramos con Artur Żmijewski [comisario de la Bienal de Berlín] en San Petersburgo en la primavera de 2011. Ese verano nos invitó a ser curadores de la 7ª Bienal de Berlín. Él nos dijo que necesitaba nuestra ayuda para transformar el arte en política. Esto no quiere decir que como comisarios de la Bienal vayamos a ocuparnos de la gestión de la exposición, lo que en nuestra opinión es más bien inútil: las exposiciones de arte contemporáneo son dañinas. Todo lo que los artistas piensan hoy en día es qué pueden exponer y dónde. Por lo tanto, cuantas menos obras de arte haya en la Bienal mejor. La base de nuestra actividad curatorial en la Bienal de Berlín es la siguiente: trabajamos sin ningún tipo de limitaciones y la Bienal de Berlín no nos ha impuesto ningún marco de actuación.

Hemos tenido un estrecho intercambio con Artur. Él sabe de las dificultades que enfrentamos y lo agotador que es vivir en la clandestinidad. Que trabajemos con la Bienal de Berlín no quiere decir que abandonemos nuestro país. Nuestras actividades, aquí en Rusia, forman parte de nuestro trabajo para la Bienal. Todas nuestras acciones como curadores tienen un carácter oficial, actuamos como curadores asociados de la Bienal, y el gobierno tiene que aceptar esto. Nuestras acciones cada vez son más radicales. Los gobernantes no se atreven a presentar cargos en contra de nosotros, porque probablemente no podrían arrestar a toda la Bienal de Berlín. Tratar de salir del país no sería algo difícil en absoluto, pero vivir en San Petersburgo - donde la "Comisión de lucha contra el extremismo", la policía criminal, y el departamento ruso de la Interpol nos buscan, y donde nuestras fotos policiales incluso se han colgado en las recepciones de los museos-, vivir en estas condiciones es mucho más peligroso que el tipo de aventura elegante que supone cruzar una frontera. En principio, nuestra posición es la siguiente: Nos quedamos aquí. El gobierno ruso está en guerra contra su propio pueblo. Muchos rusos, particularmente aquellos con una buena educación, ya han abandonado Rusia. Millones de personas nunca han sido capaces de alcanzar sus metas en la vida. Esto es culpa del gobierno. Es por eso que no queremos salir. Nuestra línea del frente está en Rusia. Y esta es también nuestra posición estética: permanecer en la ciudad más bella del mundo. En nuestra opinión, es parte de la ética de un artista resistir contra el sistema dominante y también hacer que este objetivo esté al alcance del público. Es por eso que tratamos de hacer que brille nuestra meta de la mejor manera posible. Hay una anécdota o quizás es sólo el recuerdo de alguien, de Kazimir Malevich: después de la revolución en Petrogrado, armado con una pistola, pasó por los estudios de los artistas preguntando quiénes seguían pintando abedules y exigiéndoles que crearan arte verdadero. Con un arma. Esto es arte de verdad.

La estética es la condición previa de la ética. Hoy en día, la ética es mucho más importante para el arte. Voina no tolera la cobardía, ni la codicia, pues son la fuente de la traición, que es lo peor y lo más imperdonable de la mayoría de los artistas activistas. Nosotros personalmente no podemos soportar la apatía o la ineptitud. Cuando ambas se producen, además, en combinación de una exagerada auto-estima, nos convertimos en una compañía muy desagradable.

Queremos hacer un tipo de arte que no inspire a nadie a la idea de otorgarnos un premio. Pero si los museos y las instituciones no pueden dejarnos ir y quieren seguir con nosotros, proponiendonos para sus estúpidas competiciones, van a lamentarlo. Es imposible sobornar al arte revolucionario, y jugar con los genios es peligroso. Es un consejo amistoso que deberían tomar muy en serio. Para nosotros, el arte no es la medida de la vida. Creamos una nueva vida, nuevos acontecimientos, a los que uno se puede referir. Nuestros fusiles están cargados y apuntan al arte para que se mantenga a distancia y no extienda su hedor cerca nuestro. Odiamos las relaciones públicas. Somos un grupo clandestino. Voina se ha vuelto muy popular. Libros y películas sobre nosotros están en todas partes, la gente copia nuestras acciones y nada de esto tiene nada que ver con nosotros. Es otra gente jugando a la imitación. Pendejos perezosos que se hacen pasar por nosotros ... esto no tiene nada que ver con nuestro futuro.

En la prensa rusa casi nada se ha publicado sobre nosotros, lo que da una imagen fiel de la realidad. En este caso, la escritura fraudulenta de los lacayos se ha convertido en la ideología del trabajo periodístico. Si de la tercera parte de lo que escriben una es correcta, ya es un gran éxito. Un ejemplo típico de esto es cómo la prensa escribía artículos serios acerca de nuestra participación en la corrupta Bienal de Moscú, a pesar de nuestro fuerte boicot público. Desde 2005, cuando nos constituimos como grupo, se ha producido un importante flujo de desinformación acerca de nosotros. Pero a veces esto también tiene aspectos positivos: cuando la policía intentó investigar sobre nuestra acción "Palacio de la Revolución" no pudieron encontrar ninguna evidencia, salvo los rumores de los medios de comunicación e interpretaciones artísticas en los blogs tremendamente contradictorias. Así que toda la investigación colapsó.

Ahora nuestro objetivo es presentarnos ante la gente con una impresión convincente a través de acciones decisivas. La protesta pasiva y acciones simbólicas -ahora que está de vuelta la "gran historia", son inmorales. Los acontecimientos de diciembre de 2011 y febrero 2012 en Rusia nos muestran que el gobierno y la oposición (que se humilla ante el gobierno) ridiculizan las protestas de la gente y las degradan al nivel de los memes de Internet que consumen. Hay risas e ironías pero nosotros nos armamos para la lucha callejera. Hemos tomado Berlín. El siguiente paso es la Revolución rusa.


Voina

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martes, 1 de mayo de 2012

"EN DEFENSA DE LA INTOLERANCIA" SLAVOJ ZIZEK


“La verdadera lucha política, como explica Ranciere contrastando a Habermas, no consiste en una discusión racional entre intereses múltiples, sino que es la lucha paralela por conseguir hacer oír la propia voz y que sea reconocida como la voz de un interlocutor legítimo.” (…)

“Pensemos en el ejemplo clásico de la protesta popular (huelgas, manifestación de masas, boicots) con sus reivindicaciones específicas ("¡No más impuestos!", "¡Acabemos con la explotación de los recursos naturales!", "¡Justicia para los detenidos!"...): la situación se politiza cuando la reivindicación puntual empieza a funcionar como una condensación metafórica de una oposición global contra Ellos, los que mandan, de modo que la protesta pasa de referirse a determinada reivindicación a reflejar la dimensión universal que esa específica reivindicación contiene (de ahí que los manifestantes se suelan sentir engañados cuando los gobernantes, contra los que iba dirigida la protesta, aceptan resolver la reivindicación puntual; es como si, al darles la menor, les estuvieran arrebatando la mayor, el verdadero objetivo de la lucha). Lo que la post-política trata de impedir es, precisamente, esta universalización metafórica de las reivindicaciones particulares. La post-política moviliza todo el aparato de expertos, trabajadores sociales, etc. para asegurarse que la puntual reivindicación (la queja) de un determinado grupo se quede en eso: en una reivindicación puntual. No sorprende entonces que este cierre sofocante acabe generando explosiones de violencia "irracionales": son la única vía que queda para expresar esa dimensión que excede lo particular.”

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domingo, 8 de abril de 2012

'El caballo de Turín' de Béla Tarr es una hermosa e impecable lección nietzscheana

Béla Tarr
El 3 de enero de 1889, por la mañana, Friedrich Nietzsche abandona su casa de la calle de Carlo Alberto, en Turín, para dirigirse al centro de la ciudad. En el transcurso de su paseo es testigo de una escena que le hace detenerse: un cochero está maltratando a su caballo que, exhausto, no quiere continuar la marcha. Nietzsche interviene. Rodea el cuello del caballo con sus brazos y rompe a llorar. Sus últimas palabras son: “Madre, soy tonto” (“Mutter ich bin dumm”). Luego viene el derrumbe, una pérdida del habla y de la conciencia que durará diez años, hasta su muerte justo en el cambio de siglo, en 1900. Simultáneamente se inicia uno de los destinos más prodigiosos y contradictorios que haya podido tener el pensamiento de un hombre. En esta década de exilio mental Nietzsche sigue siendo un completo desconocido en los circuitos académicos europeos; sin embargo, lentamente, sus escritos se van filtrando, como agua profunda, en determinados ambientes literarios y artísticos. Strindberg lo presenta como el visionario del inmediato futuro; Munch le pinta un extraordinario retrato a partir de la fotografía del filósofo que le regala un amigo.

Con el nuevo siglo, muerto ya el protagonista, la fortuna de la obra nietzscheana se apodera de Europa. Lo curioso, y elocuente, es que los admiradores proceden de bandos contrapuestos. Las lecciones de Zaratrusta son seguidas con entusiasmo por anarquistas y expresionistas pero también, y al mismo tiempo, por el futurismo de Marinetti o el decadentismo de D’Annunzio. Enseguida se acercan a Nietzsche sus amigos más peligrosos: los fascistas italianos y, del modo más catastrófico, los nacionalsocialistas alemanes. Los devotos del filósofo tienen en común su voluntad de incendiar el mundo para provocar el nacimiento de una humanidad nueva. Más allá de esto las discrepancias son totales: unos abogan por el triunfo de la libertad absoluta; otros ponen el acento en la hegemonía de la raza y del Estado; y no faltan, desde luego, los que apuntan a una salvación a través del arte. La sombra de Nietzsche se proyecta en todos los frentes. Por la misma razón, a partir de 1945, tras la hecatombe, el filósofo se convierte en un proscrito. Durante años su nombre es sospechoso, pero finalmente su obra resurge y, probablemente, no haya otro pensamiento filosófico tan influyente como el suyo cuando termina el turbulento siglo XX. A juzgar por lo que ocurriría con posterioridad, no hay duda de que Nietzsche acertó cuando se proclamó a sí mismo un destino.

Pero ¿qué ocurrió aquella mañana de enero, probablemente gélida, dado el habitual clima de Turín? El abrazo al caballo maltratado, el desplome mental, el retorno al regazo materno. “Madre, soy bobo”: el niño travieso, quien como adulto ha sido el profeta que ha proclamado la inminente hoguera, cierra el círculo tras la fenomenal travesura. Le esperan diez años de silencio radical, pocos si los comparamos con las casi cuatro décadas de locura atravesadas por su admirado Friedrich Hölderlin, al que tantas cosas le unen, incluidos el destierro y la caída. Evidentemente nunca sabremos lo que ocurrió en la cabeza de Nietzsche esta mañana turinesa. Lo más desconcertante del caso es que esa cabeza había logrado trabajar a la máxima presión en los meses anteriores. El año 1888 es uno de los más productivos, si no el que más, en la trayectoria intelectual de Nietzsche. Escribe y publica varios libros, incluida esa obra maestra de la ironía que es Ecce Homo, un texto, cierto, desquiciado y hasta paranoico, pero de una sutileza y un dominio del lenguaje inigualables. ¿Fue el desplome de Turín la consecuencia natural de ese último año, como si la cuerda del arco se hubiera roto tras ser sometida a la máxima tensión? Nunca tendremos una respuesta para esta pregunta.

Hay un monólogo a cargo de un extraño visitante destinado a permanecer como una perla ardiente en la historia del cine

En consecuencia, cabe no buscar una respuesta sino realizar una nueva interrogación. Y esto es lo que ha hecho el director húngaro Béla Tarr en El caballo de Turín (2011), una de las películas más duras, portentosas, arriesgadas y convenientes de lo que llevamos del siglo XXI. Béla Tarr, a diferencia de lo que han —hemos— hecho muchos respecto al tremendo episodio turinés, no se ha preguntado por lo que le pasó a Nietzsche sino por lo que le sucedió al caballo. ¿Qué le sucedió al caballo al que el filósofo abrazó, una vez vuelto a casa, dirigido, como siempre, por su cochero?

La respuesta a esta cuestión aparentemente absurda es una hermosa e impecable lección nietzscheana. No sé si Béla Tarr tenía intención de impartir esta lección, e incluso me parece que ha confesado que no la tenía, pero, a mi entender, en esta película, un director de cine llega más lejos que la mayoría de los pensadores y literatos que lo han intentado: más lejos en el hallazgo de mostrar el finisterre de la vida y de la civilización, el territorio terminal en el que todo se desvanece, el hábitat de aquel hombre-ocaso al que Nietzsche juzgó necesario llegar antes de que la humanidad pudiera plantearse la posibilidad de una aurora.

No obstante, la lección nietzscheana es aun más implacable que el propio Nietzsche: en la película de Béla Tarr no hay ninguna insinuación de aurora. El pozo se seca, la brasa se apaga, la llama del candil no prende e incluso el triste e imponente caballo renuncia a comer. Por todos lados hay una atmósfera de extinción, si exceptuamos el viento, la tormenta de viento que se ha apoderado de la vida y de los corazones. El desconcierto parece absoluto pero, en medio de la extrema austeridad de la historia, hay una explicación para lo que sucede. En el centro de la película hay un monólogo potente y apocalíptico a cargo de un extraño visitante que aparece y desaparece sin dejar rastro, un monólogo destinado a permanecer como una perla ardiente en la historia del cine. Quien encadena cinco minutos de palabras terribles habla como Zaratrusta, y lo que dice también es propio de Zaratrusta: la nobleza ha muerto porque los depredadores se han apoderado de todo, incluidos nuestros sueños.

Obsesionados por lo acontecido a Nietzsche habíamos olvidado la suerte que le había correspondido al caballo. Pero en el abrazo de Turín ambos protagonistas son importantes si queremos saber lo que nos espera.

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