jueves, 25 de junio de 2009

MAX STIRNER: EL YO, SIN FE NI LEY

  Suponiendo que se pueda denominar nihilista a quien no tan sólo afirma no tener ni dios ni amo, sino que se consagra a la destrucción de todos los sistemas sociales que según presume aniquilan al individuo, y ello fundando su acción en la constatación de que toda la existencia humana está cercenada por el no ser, la nada, Max Stirner, filósofo del individualismo anarquista, merece entonces tal calificación aunque nunca la hubiese reclamado.

¿Pero, de quién se trata? De un hombre, un alemán, que tenía una frente inmensa, muy alta. Y como la palabra “frente” se dice en alemán “Stirn”, sus condiscípulos le pusieron en plan de chanza el sobrenombre de “Stirner”. Rápidamente lo reivindicó, publicando con ese nombre, en 1844, una obra que debía tener un éxito efímero en su momento, pero que no siempre fue bien comprendida y que la valdría, medio siglo más tarde, una fama universal: EL ÚNICO Y SU PROPIEDAD. En el silencio y en la miseria, estaba desaparecido desde 1856, a los cincuenta años, y ya no podía, pues, responder a quienes fundan ahora sobre sus escritos «el individualismo anarquista.»

La formación de Johann Kaspar Schmidt, nacido en Bayreuth, en Baviera, está lejos de ser la de un filósofo clásico. Tras haber perdido muy pronto a su padre, un fabricante de flautas, conoce una infancia solitaria, abandonado por su madre que se había vuelto a casar. Sin embargo logra acceder a la Universidad. Sigue en Berlín los cursos de Hegel, logra superar el examen que le permite dedicarse a la docencia en las escuelas prusianas, pero fracasa en el Doctorado. De la frecuentación de los círculos intelectuales socializantes a la propiedad de una lechería-vaquería, que fracasa, pasando por el cargo de profesor en una escuela de señoritas, de donde fue despedido al cabo de cinco años, un primer matrimonio del que enviudó y un segundo que lo llevó al divorcio... la vida delicada y burguesa le fue ahorrada.

UN ENCRESPAMIENTO DEL YO ¿Cómo no le habría de parecer natural, con una biografía como la suya, la revuelta contra la sociedad? EL ÚNICO Y SU PROPIEDAD es un manual de revuelta contra todo Estado, contra toda sociedad. Revuelta y no revolución: ésta pretende dar la vuelta a las instituciones, para crear otras nuevas. La revuelta, en cambio, no es más que encrespamiento del Yo y desestructuración del vínculo social. El Yo, constata Stirner, siempre es sacrificado a las necesidades de la colectividad organizada. Es, pues, necesario, regresar al Yo en su originalidad más extrema, en lo que le es propio: «Es verdad lo que es Único, es falso lo que no me pertenece y son falsos la sociedad y el Estado, a quienes das tu fuerza y que te explotan.»

A cada doctrina (religiosa, política o filosófica) en situación de fuerza en la sociedad alemana de la época, opone Stirner una crítica radical. Se enfrenta al cristianismo y a su sistema jerárquico, en la medida que el catolicismo desarrolla la obediencia a los dogmas, a la moral, y que el protestantismo hace lo propio con la servidumbre interior. Denuncia el liberalismo burgués que no propone la libre expansión de la personalidad, sino su sumisión a la soberanía de la razón. La libertad política de la cual se reclama ese liberalismo no es más, en su opinión, que la sujeción del individuo en el Estado y a las leyes del Estado. Rechaza el universalismo de Hegel, el materialismo de Feuerbach, el comunismo de Weitling, el anarquismo de Prudhon. Es hostil a todo partido y a todo espíritu de partido.

En definitiva, ningún ideal es aceptable para Stirner, porque una gran idea, un sistema, una causa para defender, generan obligatoriamente sus maestros de escuela y sus curas. Consecuencia: el Yo y sus intereses egoístas, en el sentido en que corresponden auténticamente a las fuerzas que dirigen la personalidad, se ven forzados a desaparecer. Pero la causa del individuo no es la de Dios o la de lo humano, ni la de lo Verdadero, ni la de lo Justo ni la del Bien; su única causa es la de su Yo, su particularidad, el Único en él. ¿Plantea Stirner otra organización social que preservase al individuo de las vastas empresas de adiestramiento a la que se ve sometido? Con seguridad condena al Estado burgués y su explotación de la clase obrera, ese «enemigo», del cual se pretende arrancar un «botín.» Indica incluso que bastaría que la clase obrera dejase de trabajar en provecho del Estado burgués y que considerase el producto de su trabajo como suyo para que el Estado burgués se viese perdido. Sugiere también que la asociación, o reunión, es la mejor forma de vida social, debiendo preferirse la particularidad del individuo antes que su libertad. Pero, en el fondo, explica cómo ve las cosas, no recomienda nada, no apela a ninguna militancia. Único principio: «Para Mi nada existe por debajo de Mi.»

El Egoísmo mal comprendido y aproximaciones injustificadas al «superhombre» nietzscheano, han conducido las ideas de Stirner hacia una especie de aristocraticismo anarquista, aunque él se había afirmado antes que nada como un negador y no había acumulado, al derribar todas las verdades instituidas, sino un amasijo de ruinas. EL ÚNICO Y SU PROPIEDAD, escribió Victor Basch, es «la Biblia del Anarquismo individualista o del individualismo anarquista.» En 1930, en EL MOVIMIENTO LIBERTARIO BAJO LA III REPÜBLICA, Jean Grave, viejo caminante de la Anarquía, apunta correctamente la perversión surgida de las ideas de Stirner: «Afirmar que el individuo sólo debe buscar su propio bien y no ocuparse más que de su propio desarrollo –tanto peor para quienes en su camino le sean un obstáculo– significa introducir, bajo el disfraz de la anarquía la teoría más ferozmente burguesa...»

© Lionel Richard, profesor emérito de la Universidad de Picardie - Jules Verne (Amiens), es autor de «Nazisme et Barbarie» Ed. Complexe, 2006. Texto publicado en en el nº Hors-Série de LE MAGAZINE LITTÉRAIRE: LE NIHILISME: LA TENTATION DU NÉANT; octubre-noviembre de 2006, pp.50-51

Trad. R.A.

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